Happy Accident


Desde que tengo uso de razón he tenido insomnio. La noche siempre se me acerca como un gran enemigo al que tal vez no pueda derrotar (si no estoy agotado, voy de fiesta o busco cualquier excusa para no estar solo en mi cama comiendo techo).

Mucha gente me ha aconsejado que aproveche ese tiempo para hacer algo productivo, leer, escribir, meditar… Lo cierto es que durante las noches de insomnio soy incapaz de despejar lo suficiente la sesera como para sacar la tabla de multiplicar de 2, verme una peli de kung fu, o sacar la cabeza por la ventana para echar algún escupitajo. Lo de contar ovejas ya imposible.

El caso es que uno no está dormido, pero tampoco lúcido para ser un joven desempleado semiproductivo.

El jueves pasado un insomnio voraz vino a hacerme una visita a eso de las 4 de la mañana. Renuncié a la idea de dormir y saqué el móvil en busca de la basura más gorda que encontrase en internet. Por lo menos mi cerebro estaría apagado mientras tuviese batería.

Y no sé como pero allí estaba, de repente un afro, hippie y cristiano había invadido mi pantalla e hipnotizado los pelos de mis orejas. Al principio solo vi sus greñas rizadadas y la actitud propia del líder de una secta. Pero solo era Bob.

Bob Ross es toda una leyenda en televisión, su programa “The Joy of Painting” ha sido uno de los más aclamados, respetados y reproducidos en la historia de los videotutoriales sobre artes y manualidades.

Bob empezó su humilde programa en 1983, no necesitó más que un fondo negro, una paleta de 12 colores y un lienzo húmedo. Pinta tranquilo durante unos 30 minutos, árboles, cascadas esponjosas y montañas cortadas por la afilada roca.

Antes de dedicarse a la televisión fue sargento en las fuerzas aéreas de los Estados Unidos durante 18 años. Estuvo destinado en Alaska que, más tarde, sería un tema muy recurrente en su obra.
“Oooh, if you have never been to Alaska, go there while it is still wild. My favorite uncle asked me if I wanted to go there, Uncle Sam. He said if you don't go, you're going to jail. That is how Uncle Sam asks you.”



Por lo visto, cuando lo dejó, se prometió a sí mismo que no volvería a darle órdenes a nadie, tan solo a su pincel. “In painting, you have unlimited power. You have the ability to move mountains. You can bend rivers. But when I get home, the only thing I have power over is the garbage.”

Bob ha lanzado todo tipo de perlitas, como la anterior, en sus programas. Desde que le descubrí no he podido evitar tragarme todo lo que tiene. Poco a poco he logrado formar en mi cabeza el retrato psicológico de un tipo estoico que, era capaz de percibir el caos y asumirlo.

La brocha de Bob tiene vida propia, y el único motivo por el que su programa funciona tan bien es porque él la ha dejado libre. Durante sus pinturas surgen muchísimos imprevistos, y Bob siempre los afronta del mismo modo: “We don't make mistakes. We just have happy accidents.”

De esa forma, unos pequeños arbustos con reflejos amarillentos, surgen de forma anárquica en la orilla de un riachuelo que pronto será una cascada, o tal vez no.

Seguramente éste es el gran motivo por el cual tanta gente quiso pintar como él. Aceptó el accidente de una forma tan natural que se convirtió en espectador de su propia obra. Probablemente esto le sucede muchos artistas. Lo único que hizo Bob fue contárnoslo detalladamente al resto de los mortales, y encima en la tele.

Ahora sí, son las 4:45 de la mañana y ya no me importa el sudor pegado a la almohada o los gritos de algún borracho que pasa bajo mi ventana. Ahora solo veo el pincel y empiezo a entender el porqué de los árboles. Sé que las montañas están ahí por el caprichoso azar, y sé que no hay errores. Los 12 colores de la paleta se han ido, en su lugar hay una mezcla más parecida al color del cielo y de la tormenta.

Sin que me diese cuenta, el tío ha pintado un glaciar de la ostia, protegido por unos árboles que pronto se hundirán en un lago. Estoy seguro de que se ha quedado a gusto.

Y a pesar de ello, sigo sin poder dormir. Pero estoy comiendo techo mucho más tranquilo sabiendo que, en algún lugar, alguien como Bob ha sabido disfrutar del accidente.






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